Esas palabritas

Suelo escribir un poquito de todo, lo que se me va ocurriendo, en sí… si bien me conoces, sabes que suelo improvisar y pedir opiniones sobre lo que escribo o pedir ideas para ver cuál será el nuevo tema que plasme en unas cuantas palabras.


Mucho tiene que ver con lo que paso en esos meses, en esos días… es una forma de catarsis para encontrar ese punto de equilibrio que haga que no me vuelva loca en la vida diaria o que un día compre una granada para desaparecer mis problemas en un, dos por tres. También hago el tiempo necesario para que lo que escribo no lastime a nadie, por lo que procuro analizar un poquito más allá e intentar que nadie se tome personal esos aprendizajes de una morra a la que le gusta escribir de vez en cuando.

Una constante en cada publicación es que escribo: últimamente, recientemente, hace poco… pongo el tiempo de por medio para decirte que me acabo de dar cuenta de algo buenísimo (o a lo mejor súper pinche) que me hace muy feliz compartirte pero todo es recién salidito del horno. Hay temas que me cuestan más por lo que significaron para mi, hay temas que digo: ¡claro!... esto es lo que tengo que escribir.

Hoy quiero contarte del poder de tus palabras… tal vez sigues sin darte cuenta de lo importante que es cada cosa que dices, a la persona que se lo dices y cómo se lo dices. Yo sigo agradeciendo la oportunidad que me da la escritura, que me da un poquito más de tiempo para plasmar lo que siento, lo que pienso y lo que necesito… sin embargo me doy cuenta de la cantidad de palabras que he dicho y me arrepiento, o que dije y causaron impacto y pude haber dicho algo aún mejor.

Hay personas que vamos por  la vida sin entender que decir “no tengo tiempo” no es lo mismo enojado, que triste, que feliz, que melancólico, que molesto, que con miedo… y que ese “no tengo tiempo” pueden ser tan solo tres palabritas que impidan que te comuniques conmigo el día de mañana.

Si no lo habías notado… te lo digo hoy con toda franqueza y esperando que te des cuenta: ¡Tus palabras impactan! Cuida como las usas, cuida a quien le dedicas esos tonos románticos en tu hablar, cuida muy bien con quien prefieres mantener distancia por esas palabras que traes sin decir porque no es el mejor momento para hacerlo. Cuida a quien le das las palabras mágicas que abren tu corazón, porque el día de mañana sabrán más que el resto del mundo de ti.

Cuida las mentiras que dices y a quién se las dices, si de algo estoy segura a mis 30 años es que la verdad siempre se sabe (por las buenas o por las malas).  Y que aunque te duela, te de vergüenza o lastimes a alguien, tendrás que reconocer ese error. (Aunque hay gente que al pasar de los años sigue tan orgullosos de mentir, que no ves si el Karma en realidad existe o funciona).

Tus palabras llegan, se mueven, se transforman, alegran, entristecen, enojan, consuelan, miman, respetan, admiran, quieren, crecen… tus palabras son la mejor carta de presentación que tienes, son las que pueden hacer la diferencia en muchos otros…  y pueden hacer esa diferencia a lo positivo y a lo negativo. Alguien puede estar sumamente herido por algo que dijiste, por que te dio esas palabras mágicas que pueden herirlo, así mismo, alguien puede amarte con locura por esas palabras que dijiste.

Así que el tip gratis de esta ocasión es: cuida lo qué dices, a quién se lo dices, cómo se lo dices, cuándo se lo dices, para qué lo dices. Después de haber cuidado cada detalle… ¡No te sorprendas! , no te sorprendas que esas palabras tengan consecuencias, que esas palabras se conviertan en amor, en orgullo, en resentimiento, en alegría, en trabajo en equipo, en desconfianza, en lealtad, en dolor, en tristeza…

Y acuérdate de lo más poderoso, siempre que hayas causado algo que no querías ¡CORRIGE! ¡Acércate!... eso es algo que a veces el ego no nos permite, que por lo menos yo sigo trabajando, pero si por algo no cuidaste tus palabras y no te fijaste en su poder… somos humanos, y si algo hacemos bien, es cagarla… date la oportunidad de decir Perdón… de reconocer que lastimaste… porque eso es de valientes y de gente que vale la pena tener cerquita: Gente que reconozca el poder de sus palabras  y cómo impactan en el mundo.



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