¡Me la pienso pasar de poca madre!
Recientemente me di cuenta de la gran importancia que
tienen las decisiones que vas tomando en tu vida y que poco a poco te ponen en
el aquí y el ahora. Es como si fueras caminando sobre un pasillo y conforme vas avanzando fueras decidiendo
todo lo que va a pasar en tu vida. ¡Que
importante! y que poco peso le damos a este asunto ¿no?
Veo con mucha claridad que durante ese andar hay muchas
opciones, hay algunas puertas que con sólo con ver su fachada, su estado,
puedes decidir pasar sin siquiera asomarte; hay puertas que te dan curiosidad y
te asomas pero a la hora que ves de lejos su interior decides cerrarlas y
seguir por el camino que andabas. Hay muchas otras dónde te mueres de ganas por
andar pero de plano… no te crees capaz de poder hacerlo. O están esas puertas en las que entraste,
avanzaste, y al final decidiste que no era el camino que querías andar.
Conforme va pasando el tiempo, te das cuenta de las muchas
puertas a las que quisieras volver porque la que abriste no te gusto pero
para nada. O
sigues preguntándote que hubiera pasado si no hubieras tomado la puerta que
tomaste.
Veo con claridad, todas esas opciones que tenemos, es una
gama inmensa de muchísimos colores, sabores, texturas y que cada una de ellas
implica a diferentes personas, diferentes emociones, diferentes vivencias,
diferentes sentidos y cada una de esas puertas hacen que el sentido de tu vida
se vaya formando, se vaya fortaleciendo y que vayas teniendo mayor claridad
ante “que hubiera pasado”, “cómo hubiera sido” porque con esas decisiones, con
ese toma y deja oportunidades vas convirtiéndote en ti.
Piensa por ejemplo en tu paso por la prepa y piensa en esos
momentos determinantes que te hacen quien eres hoy, esa excelente anécdota de
rebeldía que amas contar. Intenta recordar esa pésima experiencia que pasaste
en la universidad que marcó tu vida para que hoy seas quien eres. Esa gran
vivencia en tu familia que los unió como nunca o los separó, ese gran momento
en el que decidiste tomar (o dejar) una oportunidad laboral, la relación que
decidiste terminar, la relación que decidiste comenzar, la forma en la que
hablaste o trataste a alguien y cómo ha repercutido en tus momentos
importantes.

Sin duda esos arrepentimientos que hoy tienes, esas puertas
dónde te arrepentiste, hacen que las decisiones que hoy tomas sean más
precavidas que en esa ocasión, por ejemplo toparte con alguien inmensamente
guapo (a) que tiene cabeza de alcornoque y te recuerda una relación pasada en
la que tuviste una mala experiencia, espero que tu decisión haya sido basada en
esa puerta que alguna ocasión cerraste.
¿Y qué hago con ese terrible arrepentimiento por dejar una
oportunidad increíble por mis malas decisiones? ¡vaya! Si es algo que puedes
arreglar, ¡ARREGLALO! Si es algo que no puedes arreglar, déjalo ir y cuida
mucho que nunca te vuelva a pasar, esas 200 puertas hoy son aprendizajes.

No soy la mejor dando consejos, lo que si puedo hacer es compartirte estas pequeñas cositas
que aprendo:
- Hacer lo que amas también implica que eventualmente tendrás que hacer cosas que no amas tanto. ¡Gózalo con todo y lo gacho!
- No te arrepientas de las puertas que dejas ¡Aprende de eso!
- Las babosadas que haz hecho son las que te hacen quien eres el día de hoy.
- Rodéate de gente chingona (admíralos, respétalos, pero sobre todo: apréndeles).
- Cuando no sepas qué debes decidir, agárrate de tus valores y principios y decide con tu corazón. (¡estoy estrenando frase!)

¡No sé tu, pero yo nada más tengo una vida y me la pienso
pasar de poca madre!